LOS ÁNGELES -- Qué magnífica oportunidad para Diego Cocca. Que trágica encrucijada para Diego Cocca.
Su destino, como técnico de la Selección Mexicana, tiene sitio, fecha y hora. Y tiene un verdugo o un redentor: Estados Unidos, en la Semifinal de la conkakafkiana (dixit Guillermo Chao) Liga de las Naciones, Las Vegas, el 16 de junio.
Así, con título de lacrimógena novela del feudo Azcárraga, ese día, a Diego Cocca le aguarda el altar o la tumba.
Se ha dicho aquí, puntualmente, que Diego Cocca está más en riesgo de perder su puesto en junio, que lo que llegaron a estar Juan Carlos Osorio luego del 7-0 ante Chile, y Gerardo Martino luego de la seguidilla de humillaciones ante Estados Unidos. Y él lo sabe.
Cierto, antes se viene un amistoso rústico, pedestre, agrícola, en Phoenix, al que ambas selecciones acudirán con la pobreza doméstica de sus ligas, al no ser en Fecha FIFA. Será la versión más genuina de un tête-à-tête, un frente a frente, entre Liga Mx y MLS.
Sí, esa MLS que tanto veneran, idolatran, envidian y casi convierten en su fetichismo humectante, tipos como Mikel Arriola y Alejandro Irarragorri. Es más, apostaría porque ambos apostarían por un triunfo de la MLS en ese trance de iconoclastia en el que viven. Los Judas sólo cuentan monedas, no lealtades.
Por eso, el 16 de junio en Las Vegas, a Diego Cocca se le presenta una magnífica oportunidad: pagar por culpas y pecados ajenos. Congraciarse en una relación que desgració Gerardo Martino.
El Tata, haraganeando ya, como lo hizo en sus cuatro años de gestión con el Tri, dejó un ignominioso registro: en cuatro partidos, tres derrotas y un empate, éste en el Estadio Azteca. México recibió seis goles y marcó dos, y perdió dos finales en el páramo futbolístico de su zona, en la Liga de las Naciones y la Copa Oro.
Habida cuenta que al partido en Phoenix acude la selección casquivana y pueblerina que prostituyen en la FMF, en este momento acéfala, porque Yon de Luisa disfruta de la paternidad y los pañales, el verdadero cónclave para Cocca llegará en Las Vegas.
Tal vez “el Guardiola de América (que nos perdone Pep)”, como presentó Irarragorri a Cocca, antes de su fracaso grotesco con aquel Santos, sí entienda lo que Martino nunca quiso, nunca supo o nunca pudo entender: por cuestiones más allá de lo deportivo, para los mexicanos ganarle a Estados Unidos, es tan visceralmente importante como para los argentinos ganarle siempre a Inglaterra.
Luego de su tropezón neuro-lingüístico (irse de hocico, pues), cuando asevera que sí importan las formas y no ganar como sea, y luego de no poder ratificarlo ante Surinam y Jamaica, el entrenador argentino puede, de golpe, además, borrar las muecas y los abucheos en la tribuna. No será el paso definitivo, pero sí el primero.
Espantando los abyectos fantasmas arbitrales, ominosos y culposos, del Bicampeonato del Atlas, ciertamente Cocca tiene posibilidades de conseguir dar ese gran salto y ese gran asalto en la Liga de las Naciones.
Representado por el cuestionadísimo promotor Christian Bragarnik, de cola larga y lengua corta, Cocca evidenció con los Rojinegros su habilidad para levantar muertos. De la fosa común del futbol mexicano le llevaron refuerzos con tufo a formol.
Ya se ha mencionado que en ese Atlas se pudo ver la mejor versión de Aldo Rocha, Hueso Reyes, Julian Quinones, y hasta de defensas de medio pelo como Anderson Santamaría y Martín Nervo, además de dar oportunidad en total a once futbolistas mexicanos. Prueba de ello, es el bajón de nivel que muestran todos estos, individualmente, en el Atlas de Benjamín Mora.
Bajo el #SíndromeDelClutch (“primero meto la pata y luego hago los cambios”), Diego Cocca, en su paso por el Tri, ha logrado transfigurarlo en los recesos de los partidos. Tras lúgubres primeros tiempos ante Surinam y Jamaica, con ajustes tácticos, y mentales especialmente, mandó en los segundos tiempos a una versión más respetable.
El gran suicidio en ambos juegos fue su bravata de que sí importan las formas y no se trata de ganar como sea. Él mismo se puso la soga al cuello, pero logró zafarse antes del tirón final. Con semejante aseveración, Cocca fue el primero que perdió de vista que no puede hacer esas promesas con horas apenas de entrenamiento y en sus dos primeros partidos.
¿Estados Unidos? Hoy no sabe ni dónde está parado. Ya Gregg Berhalter recibió el indulto por parte de la US Soccer. Quedó ya archivado su pasaje de violencia familiar, que fue destapado, aviesa, promiscua y perniciosamente por los padres del jugador Giovanni Reyna.
Al final, sin embargo, Cocca debe sentirse dichoso. La oportunidad magnifica de reconvertir a la feligresía descontenta se le presenta en Las Vegas ese 16 de junio, y además lo hará seguramente con la tribuna inundada de mexicanos, más víctimas de la seducción por la nostalgia patriotera que de la sedición por animadversión.
Recuérdese que, ante Jamaica en el Estadio Azteca, apareció de nuevo #ElGrito, pero esta vez hubo un contubernio más directo que el que de la FMF y la FIFA. El árbitro no aplicó los protocolos por los “gritos discriminatorios”, aún siendo un partido oficial, y en las transmisiones fue bloqueado el sonido ambiental y se rellenó con ruidos de archivo, para ocultar el descontento popular.
¿Qué ocurrirá en Las Vegas, es más, antes, en Phoenix, al enfrentarse México y EEUU? ¿Será que la Concacaf ya fue también mangoneada y sometida para que, #ElGrito que tanto fustigó y quiso erradicar, ahora deba tragárselo crudo? Claro, cómo va a castigar la FIFA, aunque sólo le toquen las migajas, a uno de los tres organizadores del Mundial 2026.
Venga pues, que Diego Cocca salte en junio a su ultimátum, el altar o la tumba, y sabiendo que hoy está más expuesto al patíbulo, que, insisto, Juan Carlos Osorio después del 7-0, y Martino tras ser la meretriz de Estados Unidos.