Sergio Romero es el dueño indiscutido de los guantes de Boca Juniors, esos que dejó Agustín Rossi contra la voluntad del hincha. Aunque su trayectoria lo respaldaba ampliamente para ser el amo de los tres palos del Xeneize, el público lo miró con recelo hasta que se convirtió en el refuerzo más efectivo de la era de Juan Román Riquelme como dirigente del club.
Cuando se anunció el retorno de Chiquito al fútbol argentino, el rebote no fue digno de un arquero que supo ser estrella en la Selección Argentina y en Europa. Que estaba lesionado, que venía a retirarse, que ya no tenía ritmo, son algunos de los susurros que corrían por las tribunas. Para colmo, el arquero estaba fuertemente vinculado con Racing y es sabido que el trueque entre los “grandes” es algo resistido por la gente.
Con la recuperación de su rodilla aún pendiente, Romero se sumó de forma discreta a Boca Juniors y se puso a trabajar en silencio. Como una premonición, definió su llegada al club como “una de las mejores decisiones de su vida” y lo cierto es que el arco de Boca le dio la oportunidad de demostrar, no solamente que está vigente, sino que también está absolutamente preparado para ser referente en un equipo que busca la gloria continental.
A pesar de contar un currículum internacional y ser protagonista de una de las anécdotas que pasó a la eternidad en la historia argentina de los Mundiales, Romero tuvo que pagar algo de derecho de piso. Fue quien en San Pablo le detuvo los tiros a Vlaar y Sneijder de Países Bajos en las semis de Brasil 2014, quien se "convirtió en héroe" en la tanda de penales que metió a la Selección en una final después de 24 años, y aún así La Boca le exigió.
De estar entre algodones, a ser titular, figura y protagonista
Romero no demoró demasiado en poner sus credenciales sobre la mesa y convencer, tanto al entrenador como a los fanáticos, de que estaba a la altura para vestir uno de los buzos más importantes del país. Fue determinante para que Boca esté en las semifinales de la CONMEBOL Libertadores y Riquelme se regodeó al confirmar que aquel pleno que se jugó en 2022 le pagó con creces.
El ciclo de Román como dirigente ya acumula 15 títulos, de los cuales seis fueron con el equipo de Primera División Masculino, en casi cuatro años. En ese tiempo, con el vicepresidente como líder del Consejo de Fútbol, el club paseó por el mercado de pases con algunas decisiones erráticas, pero también con algunos aciertos.
De los nombres que eligió Riquelme, Marcos Rojo, Luis Advíncula, Nicolás Figal, Guillermo Pol Fernández y Miguel Merentiel son los que más consideración tuvieron en el equipo de Almirón (DT producto de la elección de su paladar también). Luego se dio la estelar llegada de Edinson Cavani, pero sin dudas, Sergio Romero fue el más refuerzo más valioso y lo justificó con números.
Chiquito atajó más de la mitad de los tiros desde los doce pasos que le patearon y se cargó a Nacional y a Racing en tanda de penales en la Copa Libertadores. Además, llega al cruce con Palmeiras agrandado después de tapar dos tiros y clasificar a Boca a cuartos de final de la Copa Argentina.
Como el invaluable Óscar Córdoba, su colega Roberto Abbondanzieri y el mismo Agustín Rossi en el ámbito local, para la historia reciente del Xeneize ha sido fundamental contar con un arquero de jerarquía en instancias de definición. Tener a Romero en el arco (y a Fernando Gayoso como su preparador) trae buenos augurios para salir a buscar al ansiada “séptima”.
Aún sin haber alcanzado el funcionamiento pretendido dentro del campo de juego y con la supremacía brasileña como banca en este mano a mano, Jorge Almirón y todo Boca descansan en las espaldas de un peso pesado que jugó en los mejores estadios de la Premier League y que ya admitió que sueña con levantar la Copa Libertadores en Brasil.
Boca arranca la llave de semifinales ante Palmeiras en La Bombonera el jueves 28 de septiembre y deberá definir en Allianz Parque una semana más tarde.